viernes, 9 de marzo de 2012

En el fin de un nuevo inicio

Personajes perdidos en el mar de los tiempos, se encuentra, se conocen, se quieren para luego olvidarse de la existencia de cada uno. El tiempo continúa su ciclo y tarda cinco años en pasar tan sólo un día, en un momento similar a la coincidencia, se encuentran de nuevo en estas corrientes, para muchos guiadoras de sus destinos.

Al reencuentro de sus tristes recorridos, notan que han sido cinco años en los que no se cruzaban en medio del oleaje, pareciera que el tiempo nunca pasó, cómo por cosas del destino, él abordo su bota, decidieron remar juntos, claro; en estas aguas infestadas de piratas y atacadas por constantes cambios climáticos, se hace más fácil navegar en equipo. No transcurrió mucho el tiempo, antes que él después de acogerlo en su bote lo arrojase por la borda sin detallar el frío e inhóspito mar, a él no le importo en lo más mínimo, puesto que era su bote y se encuentran a salvo, no fue problema encontrar otro naufrago para que le hiciese compañía.

Con el corazón destrozado, la mente en shock y sin el más mínimo conocimiento sobre nadar, él, decide para el tiempo, dejarse ahogar, no sentía la esperanza y no tenía a nadie cerca que le ayudara, se permitió quedarse en el olvido en medio de la oscuridad. El tiempo de nuevo se encarga de destinar los botes ignorando a sus náufragos, los botes pasaban, algunos pasaban tan llenos de tripulantes, otro con sólo prendas de vestir olvidadas, él decide reanimarse, luchar por una nueva oportunidad, no es de su preferencia el frío y el hielo que carcome su ser, inicia su lucha contra el atroz e incomprensible mar. Con pocas fuerzas pero con voluntad de acero, impulsa su convaleciente cuerpo con la ayuda de sus pies y manos, con la mente en blanco, recorre leguas en el oscuro océano, con tanta rapidez que no se entera del cuerpo de otro naufrago que esta apunto de embestir, con su corazón a destiempo de su latir, casi agonizante se acerca rápida y cautelosamente al desdichado flotante, hasta que se pudo acercar lo suficiente y se da cuenta que no podía ser posible, era él, quien hacía un tiempo lo exilio de su navío a suertes de su destino y condición, lo miro directo a los ojos, se escapa una lagrima por su azulado rostro que se deposita en el incomprensible mar, él le ruega perdón a su vagante auxiliar, él nunca se entero que él lo amaba, sería imposible no perdonar su error.

Hoy, aun que ya no tripulan un bote o un lujoso barco repleto de personas, nadan, nadan desnudos olvidaron sus prendas en el oscuro mar quien fue el que les enseño su destino, no se trataba de escapar o dejar de insistir y mucho menos de buscar, sólo se trataba de experimentar, saber perdonar y a amar.

En los ratos que no pasamos juntos, sigo prestándote mucha de mí atención, cosa que no me causa molestia. Adéu.

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